Procuraré andar a dos patas y no cuatro, pero, por lo demás, ésta es la pinta con la que hoy tendré que transitar Manhattan. Pequeñina, rídicula y resignada por fuera, pero orgullosa y satisfecha por dentro.
(El atuendo es incomodísimo, pica y pesa un huevo, pero la palma se la lleva el gorrito de marras, que encima me queda pequeño... Los que me conocen personalmente, ya estarán riéndose a mandíbula batiente, sabiendo que nada me abochorna más que tener que andar disfrazada por ahí, dejándome la dignidad en casa.)
A veces el sentido del ridículo español es incompatible con las exigencias de la vida yanqui ;)